Atrapada.
Así me siento. Atrapada en un mar de dudas, en mí misma, en mis
sentimientos. Temerosa de perderte y de perderme, de perder una
oportunidad perfecta de lograr eso que todos buscamos sin descanso:
felicidad. No sé bien qué está ocurriendo, si fallaste tú, si fui
yo o, incluso, los dos. No lo sé. Puede que simplemente estuviéramos
demasiado bien, puede que nos diera miedo, quizá no debimos hablar
de ello, seguramente no... Tal vez debimos dejar las cosas como
estaban, dejarlo fluir y ver hacia dónde nos llevaba la corriente,
pero ni yo ni mi maldita manía de tenerlo todo bajo control lo
hicimos posible. No dejo de preguntarme qué habría pasado si no te
hubiera puesto contra la espada y la pared. Sabía que era demasiado
pronto, que eso solo arruinaría lo que fuera que tuviéramos, pero
no lo pude evitar. Supongo que tenía miedo. Miedo de lo que estaba
viviendo, miedo de comenzar a sentir algo más profundo hacia ti,
miedo de que pudieras llegar a hacerme daño...simplemente miedo.
Quise creer que estaba actuando con sensatez, previniendo un mal
mayor si actuaba a tiempo, pero ahora sé que tan solo fui una
cobarde y, por culpa de esa cobardía, ocurrió aquello que,
paradójicamente, pretendía evitar... No sé en qué punto estamos,
ni siquiera si tendrá retorno o no, nos distanciamos poco a poco y
no encuentro modo alguno de poderlo evitar. Tú, cada vez más
ocupado y yo, a su vez, más confundida. Preguntándome qué pensarás
y sentirás, deseando saber qué ocurrirá, pero temerosa de
preguntarlo siquiera porque puede que simplemente me asuste descubrir
que realmente no estás tan ocupado, que simplemente no encuentras la
manera de decirme que, realmente, no hay modo de solucionarlo, que
solo sean excusas y que, por mi estúpido miedo, he condenado al
fracaso algo que iba bien...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario