domingo, 30 de marzo de 2008

Sobrevivir

El dolor que no habla, gime en el corazón
hasta que lo parte.
Un momento amargo puede ayudarnos a fortalecernos
y llegar a convertirse en la oportunidad de no estancarse.
Y al mismo tiempo darte fuerzas para seguir adelante
y plantearse nuevos objetivos,
encontrando un sentido a la vida,
diciendo que si el mismo esfuerzo nos cuesta
pensar de forma distinta, con esperanza,
¿por qué no adoptar la postura menos dolorosa?
El sufrimiento es parte de la vida,
por lo que la única manera de no sufrir, sería no vivir.
Es cierto que no podemos evitar el dolor,
pero si superar el sufrimiento significa
aceptarlo con valentía y con humildad,
habremos ganado una batalla con nosotros mismos.
No estamos preparados para vivir con dolor.
Pero sí está a nuestro favor la naturaleza,
ante una tragedia la persona se crece
sacando lo mejor de sí mismo.


Lucho contra la fibromialgia, tengo una gran
fuerza interior, le doy a lo sencillo
el valor que le corresponde.
Amo los amaneceres, el olor
a la tierra mojada cuando llueve,
los atardeceres de otoño, el contorneo de las olas,
que va y viene, el silbido del viento del Moncayo,
el cantar de los gorriones en mi jardín, que con
sus cánticos parlanchines me dan fuerza para seguir viviendo.

Moncayo

Desde mi ventana Moncayo
se ve tan hermoso...
En invierno, cuando la nieve
cubre su cima, la luna en él se mira,
brilla cual faro fuera, que en la
lejanía nos protege y guía.
Desde mi ventana,
en los atardeceres de diciembre,
el cielo se tiñe de rojo y
el sol se oculta en los campos
de Plandenas,
la nieve se torna escarlata
y, al contemplar tan
bello milagro, siento que Dios existe,
que soy parte del milagro que contemplo.
Por ello me siento dichosa de
tener el privilegio de contemplar
tal belleza desde mi ventana.
Moncayo se ve tan hermoso...

viernes, 28 de marzo de 2008

Si Titulo

Podría escribir los más bellos
pensamientos esta noche,
pero me siento vacía, la mente en blanco...
Miro la hoja blanca en la que quiero
trasmitir mis pensamientos y deseos
que, como mi mente, están en blanco...
Te quiero tanto.
Quiero decirte tantas cosas.
¿Qué nos pasó?
¿Qué fue de aquel amor desenfrenado,
que no supimos cuidarlo...?
Ahora, en la madurez de nuestros días,
a veces percibo o quiero ver un
brillo en tus ojos,
de aquel amor que no supimos cuidar...
y que tanto duele.
Podría escribir los más bellos
pensamientos esta noche,
mas me siento vacía y la mente en blanco...